miércoles, 23 de septiembre de 2015
Un beso para Brunelda
miércoles, 13 de marzo de 2013
El milagro de Candeal de Fernando Trueba
Un paisaje abstracto
sábado, 16 de mayo de 2009
La Heroína
Enero de 2009
(foto Reuters)
Es indudable que semejante cebo es imposible de ignorar. Los medios de comunicación nacional e internacionales cundieron por la senda del placebo y desplegando todo su auto engaño, se convencieron unos a otros de la importancia para la humanidad de un sacrificado más; de usufructuar la imagen de un ser redentor, una especie de Mesías que emerge del averno para traer esperanza y salvar una nación.
La escena política internacional, anestesiada por la especulación que da la lejanía, convencidos como los creadores Jolibudenses, de que Colombia es un país poblado solo por indios analfabetas armados, que en su afán de modernidad se está auto extinguiendo al no comprender las “bondades” del neo- liberalismo y del capitalismo salvaje; adoptó también una posición de compasión y vislumbró en esta mujer una figura de renacimiento, una Juana de Arco contemporánea, tanto que se ilusionaron con el Nóbel de la paz.
(foto AP)
La vida de las personas que la opinión pública declara como banderas de una nación, y más aun, de una esperanza mundial perenne como lo es la paz, se convierte en eso mismo, en un bien público que pertenece gracias a los medios masivos, a un colectivo de intereses dirigidos según la agenda mediática.
La vida familiar, en el mejor de los casos desaparece en su totalidad haciéndose inmune (al no existir), a las alteraciones intermitentes que inducen los medios. En el caso de nuestra heroína no fue así, dado que esta figura se complementó con el abrazo fraterno de los que esperaron a la madre con la paciencia de Penélope, hilvanando la trama de una embestida sentimental ante la cual todos sucumbimos gracias al protagonismo de sus actores estelares.
Como en casi todos los casos desesperados y atropellados por aprovecharse a como de lugar del momento efervescente de la noticia, y de las presiones políticas por conseguir en tiempo límite resultados fructíferos; se agotó el recurso y el impulso se quedó en promesas.
La libertad y su paradójica relación ambivalente que permite o no, el respeto por los derechos humanos
Por Juan Pablo Muñoz P.
La libertad es un concepto ambivalente, para analizarlo hay que tener en cuenta el sujeto que la detenta, este puede ser individual o colectivo.
Según José María Desantes el concepto de libertad debe partir de una idea fundamental y es la autodeterminación o la autonomía de la libertad.
Esta idea va dirigida hacia la libertad individual, pero existe otro tipo de libertad y es la colectiva o social. Allí el concepto empieza a distorsionarse y a perder las características que la identifican. La libertad se reduce o limita, y es donde el concepto se vuelve paradójico.
La limitación parte, según Desantes, por la coexistencia de una Tupida red de libertades de un colectivo que entrecruzan sus intereses. Debe entonces prevalecer un equilibrio entre ellas.
Desantes cita en su texto La formación del informador, garantía de la libertad de expresión a Thierry Maulnier, quien asegura que la libertad es exclusiva de la aristocracia puesto que implica, por parte de los individuos una disciplina interior, una moral y un dominio de sí. Dicho concepto es excluyente y discriminatorio al no incluir a quienes no están dentro de lo que se conoce como aristocracia.
Riñe con la fundamentación del derecho a la libertad como uno de los derechos fundamentales del hombre, puesto que estos no son inherentes a unas u otras clases sociales, sino a todas.
El derecho a la libertad individual, plantea Desantes, es superior a la libertad colectiva, que es una libertad impuesta y condicionada por un tipo de organización colectiva de poder.
Las organizaciones sociales establecen ciertos límites a la libertad y reduce su alcance individual, delimitando alcances personales en cuidado de una colectividad, esto deja implícita una paradoja: la negación de una entera libertad. Lo que resulta paradójico es la limitación de un derecho fundamental a causa de la defensa de ella misma.
Cada derecho fundamental trae implícito su libertad para ejercerlo, de lo contrario sería una negación a el. El asunto es que en el juego de poder ejercer las libertades individuales empiezan cada una a ser limitadas por las ajenas, es allí donde se hace “necesario” una especie de ente regulador, un poder legitimado que en defensa del concepto abstracto, a causa de la indebida utilización de la libertad individual, la limita colectivamente.
Al respecto dice Desantes que el poder político vence sobre el derecho a la libertad. Se puede asociar a ello el concepto cercano a nuestra constitución política que se refiere a que prevalecen sobre los derechos individuales, los colectivos.
La libertad a informar, como el resto de los otros derechos, trae también implícito su natural libre ejercicio. Aunque este no sea uno de los derechos más prioritarios, se convierte en uno indispensable dado que por medio de este es posible hacer valer los demás.
Desantes introduce allí el concepto del Cuarto poder, el que propicia la participación ciudadana al permitir, por medio del acceso a la información la toma de decisiones. “El libre ejercicio del derecho a información es, por tanto, garantía del derecho a la libertad en el ejercicio de los derechos humanos, fundamentales o naturales”, asegura el autor.
El asunto no es tan simple dado que para acceder a este derecho, el individuo esta sujeto a los medios de comunicación que pueden ser oficiales o privados, y existe en cada uno de estos unas limitaciones contundentes que dejan en entredicho la calidad del derecho al cual se está accediendo.
El medio oficial está limitado por sus intereses políticos y el privado por los económicos, entonces en ambos casos la libertad a la información no es más que una subordinación a los intereses de unos colectivos o élites de intereses restringidos.
Para Santiago Sánchez el problema es más grave, el asunto al parecer no es de los medios solamente, sino que es compartido con los espectadores y su percepción de la realidad. De la asimilación de la información proporcionada y de lo que implica el discernimiento de ella depende entonces el que la información sea o no, sujeto de discusión. Esto puede dejar entre líneas un menosprecio del espectador, lector o televidente según sea el caso. De todos modos el derecho a ser informado debería blindar a los individuos de una mala calidad de la información y propiciar sanciones a quienes aprovechando el uso de los medios aprovechan este vehículo para desinformar o amañadamente hacer uso de ello.
La única forma en la cual se podría ejercer de una manera digna el derecho a la información sería mantenerlo distante de los poderes e influencias políticas. La importancia de ello radica en que este derecho es un puente para conseguir que los otros derechos sean respetados.
sábado, 14 de marzo de 2009
¡QUE PARADÓJICO! El DESEMPLEO PARA JUANITA PÉREZ ES LA OPORTUNIDAD PARA MONTAR SU PROPIO NEGOCIO (informal)
Marzo de 2009
Mientras que el presidente Álvaro Uribe anuncia por el canal RCN que los precios de los automóviles disminuirán, como una medida para incentivar la economía, también presiona al Emisor para que baje las tasas de interés a ver si los colombianos se endeudan más. Mientras tanto, en el barrio Robledo Aures, Juanita Pérez*, no puede usar el teléfono porque se lo cortaron, no puede leerle a su hija una buena comedia de Moliere a la hora de ir a la cama porque no hay luz eléctrica, ni puede ver la t.v. porque además de que no hay electricidad, el aparato está en la casa de empeño.
No tiene dinero ni para las hojas de vida y el internet es un lujo en una casa donde para poder atreverse a encender el fogón, los bombillos deben permanecer siempre en contravía de su naturaleza: iluminando.
Juanita es una madre soltera que tuvo que enviar a su hija a vivir con el papá porque con los $300.000 que le daba, ya le era imposible cubrir los gastos de la manutención de ambas.
“Que vea por ella él, yo ya lo hice por casi seis años”, dice Juanita justificando su situación, “peores cosas han hecho otras”, dice tratando de bajarle al peso de su conciencia, o refiriéndose a Medea, obra que leyó hasta aprendérsela de memoria cuando estudiaba Teatro en la U de A.
Juanita está desempleada desde hace casi un año. Trabajó varios años como operadora telefónica en un banco, y sin querer, conoció el generoso saldo de la cuenta bancaria de muchos allegados. Ahora que está desempleada, no ha tenido acceso a ningún tipo de generosidad. Le tocó “arrimarse” en la casa de la mamá y a regañadientes y como contraprestación por la posada, le sigue la corriente cuando la pone a leer la palabra de Dios.
Juanita no tiene idea de que en febrero el desempleo aumentó del 13.1 al 14.2%, ni de que ella es uno de los dos millones 830 mil colombianos sin empleo; no sabe que es el mercado laboral ni la desaceleración económica pero si sabe que si no encuentra empleo próximamente, hará cualquier cosa por conseguir dinero.
El Gobierno del presidente Álvaro Uribe puede seguir enredando a los colombianos con las disfrazadas indecisiones del DANE cada que las cifras no le favorezcan, pero a los ciudadanos no les interesa la diferencia entre cesantes, ocupados y desocupados, además que no hay otra cosa más truculenta que eso, puesto que a ciencia cierta no se puede decir quien dejó o no de buscar trabajo.
En este país donde un alto porcentaje de la fuerza de trabajo está por fuera del margen de las personas aptas para trabajar, y lo hacen, desde la informalidad que aumenta cada vez más, porque trabajo no hay pero a la hora de vender cualquiera es bueno, menos la mujer que es discriminada laboralmente; Juanita no tiene chance, más que para intentar rebuscarse la vida, de la primera forma como le resulte. Hoy en día las prestaciones sociales son casi bienes suntuosos.
Después viene el juicio para quienes ingenuamente creen en raras estratagemas para multiplicar el dinero, luego no sabemos como justificar que los niños que la madre alquila para mendigar inunden los semáforos, y que las jovencitas se prostituyan apenas tienen un asomo de erotismo acelerado por el colorete y el pachulí. La lista de las consecuencias funestas de una sociedad en crisis, es interminable.
El problema es no es de forma si no de fondo.
Mientras nuestros dirigentes estén incentivando la avalancha de tecnología para soportar en ella sus intervenciones sociales, ampliando la brecha, sacando a empellones al campesino de su tierra; lo único que obtendremos es una sociedad obnubilada con los espejos brillantes, hipnotizada todavía con el sabor de la Coca- cola y los importados mientras las pequeñas empresas locales son absorbidas por Carrefour: más desempleados! Los más tercos se dividen entre sancochos sindicalistas, sazonados con cartillas de formación marxista; lo poco que no cedieron de su dignidad.
Así es muy difícil que Juanita se consiga un empleo formal, con un poco de suerte se endeudará para comprarse una freidora y madrugará a vender buñuelos en la fila donde unos afortunados, asegurados sociales, esperan su dosis de acetaminofén al alba.
*Nombre falso para respetar la intimidad de la fuente.
lunes, 19 de enero de 2009
LA ILUSIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
Enero de 2009
La Opinión Pública colombiana y la influencia que ejerce en la Política de nuestro país, no es más que una ilusión.
Haré gala de una de las libertades más preciadas que tiene cualquier ciudadano del común: la libertad de expresión, y como no tengo pruebas de lo que diré, digamos que no es más que una opinión, cosa tan subvalorada por estos días. Que sea el lector, el que en su sano juicio interprete lo leído y si es más audaz que este servidor (cosa que de antemano doy por hecho, puesto que es para ese tipo de lectores a quien va dirigido), sea él quien esgrima las pruebas necesarias para sustentar lo siguiente y le dé tinte de hipótesis. El ejercicio quedará medianamente satisfaciendo las necesidades de todos, si es qué, este texto consigue en su mayoría adeptos y no detractores, que honestamente piensen (como yo), que saltan a la vista las evidencias objetivas para sustentar que la Opinión Pública colombiana y la influencia que ejerce en la Política de nuestro país, no es más que una ilusión.
Entendiendo que toda opinión es una ilusión de conocimiento, e ilusionado con no tener que renunciar a ello para darle paso a la evidencia científica, empecemos diciendo que en nuestro país no existe una verdadera Opinión Pública, porque la que existe es ficticia, y ésta que falazmente cumple con el papel de la ausente, no tiene la contundencia que, por mera parafernalia debería investir. Es tan débil y prefabricada por los medios de comunicación, que es maleable al antojo de los gremios económicos dominantes al igual que todo lo que la subyace, lo que la constituye: un discurso improvisado cada vez que el dólar sube o baja. Me estoy refiriendo a la manipulación de la economía sobre todo interés político (Estado, sociedad y O.P.). Ese es el carácter de la opinión pública de este país, el que impongan los dueños de la información, la Agenda Setting.
En Colombia opera a la perfección el modelo planteado por Isabelle Noelle Neumann, La espiral del silencio. Por varias razones heredamos un país que desconoce la naturaleza de lo público, aquí lo público siempre ha sido ajeno a la colectividad, al pueblo. Desde la posibilidad de expresar libremente lo que se piensa, a conformidad o a inconformidad hasta las peores violaciones a los derechos fundamentales, viéndolos como beneficios para todo el público. Una de las razones más importantes, y que hace que el nombre del modelo propuesto por Neumann suene literal, es la espiral del silencio en la cual a fuerza de amenazas (y matanzas) se ha enredado a los ciudadanos para que se callen y no expresen sus inquietudes, inconformidades y hasta sus propuestas para alimentar ingenuamente el sistema corrupto que acalla las voces del pueblo.
La voz del pueblo es la democracia. He aquí otra de las razones por las cuales este país carece de una opinión pública activa, generadora de cambios sociales, de participación en la toma de decisiones, del mejoramiento equitativo de la calidad de vida de los ciudadanos. Pensamos que nuestra tarea está cumplida solo con el hecho de acudir a las urnas y darle el poder de la representación (representación, literalmente puesto que llevan acabo su puesta en escena en la nueva plaza pública) a un fulano que desde la cuna esta vendido y se debe a sus patrocinadores, los políticos son productos de mercado que venden ideas de tranquilidad, sensaciones de sosiego que permiten al ciudadano del común liberarse del peso de lidiar con una sociedad fracasada.
Los políticos que elegimos para que nos representen en la toma de decisiones son a la sociedad placebos que distraen nuestra ausencia de responsabilidad, nos convierte a todos en Poncios Pilatos que dimitimos a cambio de un espejismo alucinante: el poder de la opinión pública, la democracia.
Otra de las razones importantes para que en nuestro país la opinión pública sea no más que una ilusión, es que tenemos un pueblo mal educado. No conocemos del verdadero valor de una fuerza popular, no sabemos que la O.P. es el único mecanismo capaz de cambiar el rumbo de una política estatal lesiva para el pueblo, de conducir masas por la senda de la recuperación del poder cuando en el trayecto se ha desviado. Y las masas irracionales que inevitablemente tienen el afán de un líder para seguirlo a la manera de un rebaño, están desprotegidas y a merced de la propia ignorancia y de la ceguera por el poder, es allí donde aparecen los mesías a salvar y dirigir el rebaño, y quienes conocen de los falsos profetas se callan para no apostar al perdedor. Así funciona nuestra espiral del silencio cuando es por las buenas.
Hay quienes optimistas plantean otros modelos de la O.P., el de la cascada con sus rebotes y remansos insignificantes es risible. Es muy coherente con su utópica explicación, como si lloviera hacia arriba. Ese modelo es excluyente al plantear los líderes de opinión. Las encuestas no merecen la pena de ser tomadas en cuenta como un nuevo proceso de opinión pública, todos sabemos que el sondeo obtenido allí es el fruto de respuestas políticamente correctas.
Nuestro país no puede seguir basando su comportamiento político en una ficción.
Nuestra opinión pública es una máscara que maquilla el rostro de un anciano decrepito y los colombianos seguimos pensando que vemos la realidad a través de los ojos de las reinas de belleza.