sábado, 16 de mayo de 2009

La libertad y su paradójica relación ambivalente que permite o no, el respeto por los derechos humanos


Por Juan Pablo Muñoz P.








La libertad es un concepto ambivalente, para analizarlo hay que tener en cuenta el sujeto que la detenta, este puede ser individual o colectivo.

Según José María Desantes el concepto de libertad debe partir de una idea fundamental y es la autodeterminación o la autonomía de la libertad.

Esta idea va dirigida hacia la libertad individual, pero existe otro tipo de libertad y es la colectiva o social. Allí el concepto empieza a distorsionarse y a perder las características que la identifican. La libertad se reduce o limita, y es donde el concepto se vuelve paradójico.

La limitación parte, según Desantes, por la coexistencia de una Tupida red de libertades de un colectivo que entrecruzan sus intereses. Debe entonces prevalecer un equilibrio entre ellas.

Desantes cita en su texto La formación del informador, garantía de la libertad de expresión a Thierry Maulnier, quien asegura que la libertad es exclusiva de la aristocracia puesto que implica, por parte de los individuos una disciplina interior, una moral y un dominio de sí. Dicho concepto es excluyente y discriminatorio al no incluir a quienes no están dentro de lo que se conoce como aristocracia.

Riñe con la fundamentación del derecho a la libertad como uno de los derechos fundamentales del hombre, puesto que estos no son inherentes a unas u otras clases sociales, sino a todas.

El derecho a la libertad individual, plantea Desantes, es superior a la libertad colectiva, que es una libertad impuesta y condicionada por un tipo de organización colectiva de poder.

Las organizaciones sociales establecen ciertos límites a la libertad y reduce su alcance individual, delimitando alcances personales en cuidado de una colectividad, esto deja implícita una paradoja: la negación de una entera libertad. Lo que resulta paradójico es la limitación de un derecho fundamental a causa de la defensa de ella misma.

Cada derecho fundamental trae implícito su libertad para ejercerlo, de lo contrario sería una negación a el. El asunto es que en el juego de poder ejercer las libertades individuales empiezan cada una a ser limitadas por las ajenas, es allí donde se hace “necesario” una especie de ente regulador, un poder legitimado que en defensa del concepto abstracto, a causa de la indebida utilización de la libertad individual, la limita colectivamente.

Al respecto dice Desantes que el poder político vence sobre el derecho a la libertad. Se puede asociar a ello el concepto cercano a nuestra constitución política que se refiere a que prevalecen sobre los derechos individuales, los colectivos.

La libertad a informar, como el resto de los otros derechos, trae también implícito su natural libre ejercicio. Aunque este no sea uno de los derechos más prioritarios, se convierte en uno indispensable dado que por medio de este es posible hacer valer los demás.

Desantes introduce allí el concepto del Cuarto poder, el que propicia la participación ciudadana al permitir, por medio del acceso a la información la toma de decisiones. “El libre ejercicio del derecho a información es, por tanto, garantía del derecho a la libertad en el ejercicio de los derechos humanos, fundamentales o naturales”, asegura el autor.

El asunto no es tan simple dado que para acceder a este derecho, el individuo esta sujeto a los medios de comunicación que pueden ser oficiales o privados, y existe en cada uno de estos unas limitaciones contundentes que dejan en entredicho la calidad del derecho al cual se está accediendo.

El medio oficial está limitado por sus intereses políticos y el privado por los económicos, entonces en ambos casos la libertad a la información no es más que una subordinación a los intereses de unos colectivos o élites de intereses restringidos.

Para Santiago Sánchez el problema es más grave, el asunto al parecer no es de los medios solamente, sino que es compartido con los espectadores y su percepción de la realidad. De la asimilación de la información proporcionada y de lo que implica el discernimiento de ella depende entonces el que la información sea o no, sujeto de discusión. Esto puede dejar entre líneas un menosprecio del espectador, lector o televidente según sea el caso. De todos modos el derecho a ser informado debería blindar a los individuos de una mala calidad de la información y propiciar sanciones a quienes aprovechando el uso de los medios aprovechan este vehículo para desinformar o amañadamente hacer uso de ello.

La única forma en la cual se podría ejercer de una manera digna el derecho a la información sería mantenerlo distante de los poderes e influencias políticas. La importancia de ello radica en que este derecho es un puente para conseguir que los otros derechos sean respetados.

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